
Durante años, las Estaciones de Servicio convivieron con un esquema eléctrico que pasaba desapercibido para el cliente, pero que sostenía una parte esencial de su operatoria. La energía que alimenta surtidores, iluminación, ventilación, climatización, cámaras de seguridad y tiendas de conveniencia era un costo relativamente previsible gracias a la intervención estatal. De acuerdo al análisis de los expertos, con la normalización del mercado eléctrico mayorista dispuesta por el Gobierno, esa previsibilidad se termina y lo que antes era “invisible” para el público se convierte en un costo duro y estratégico para el expendedor.
La Resolución 400/2025 de la Secretaría de Energía (ver al pie de la nota) puso en marcha la “normalización” del Mercado Eléctrico Mayorista (MEM) y con ella un cambio estructural en la manera en que se compra y vende la energía en el país. El objetivo oficial es dejar atrás décadas de intervención estatal, restablecer precios marginales y recuperar la competencia. Pero en la práctica, la medida implica que los grandes usuarios —entre ellos muchas estaciones— deberán comenzar a contratar energía directamente con los generadores o exponerse al precio spot, que será el más alto del sistema.
En medio de los incrementos en la factura de luz, surgen dos caminos que empiezan a perfilarse como estratégicos: la contratación individual en un mercado más abierto y la incorporación de sistemas solares fotovoltaicos.
La disposición incluye además la creación de un Mercado a Término de Energía y Potencia, que habilita la libre contratación entre generadores, distribuidores y grandes usuarios. CAMMESA mantendrá funciones de despacho y administración, pero dejará de concentrar la compra de combustibles, devolviendo responsabilidad y riesgo a los actores privados. El nuevo marco respeta los contratos vigentes del Plan Gas hasta 2028, pero abre una etapa inédita en la historia energética reciente.
En diálogo con Surtidores, Diego Cosentino, especialista en movilidad eléctrica, valoró la medida como “una oportunidad para dinamizar el mercado y generar más demanda de trabajo para los grandes usuarios, fortaleciendo la matriz energética argentina”. Según el referente, esta transformación también puede derivar en nuevos espacios de negocio para las estaciones, que podrían convertirse en nodos de suministro de energía eléctrica renovable o puntos de carga para vehículos eléctricos.
Por su parte, Martín Dapelo, consultor en eficiencia energética y energías renovables y director de ON Networking, explicó que “la reforma apunta a construir un mercado libre donde los precios se acomoden sin topes ni subsidios. A partir del 1° de noviembre, los grandes usuarios deben definir sus contratos de compra directa de energía, porque quien no lo haga pagará el precio spot, que será el más caro”. Dapelo advirtió además que el proceso se aplicará en dos etapas: la primera hasta 2028 y la segunda hasta 2030, cuando también alcanzará a usuarios comerciales como las estaciones con demanda media o alta.
Hoy existen en el país más de 500 generadores, 618 distribuidoras y cooperativas, y más de 5.000 grandes usuarios, que deberán contractualizar cerca de 39 terawatts hora de energía sobre un total nacional de 140. En ese universo, muchas estaciones ya están categorizadas como GUDI (Grandes Usuarios del Distribuidor) y otras podrían pasar a la categoría GUMA o GUME, según su nivel de consumo. En todos los casos, deberán analizar su estructura eléctrica, su categoría tarifaria y definir una estrategia de compra o eficiencia que les permita mantener márgenes en un contexto de tarifas variables.
Con una planificación adecuada, los estacioneros podrán elegir entre distintas modalidades de contratación, optimizando recursos y fortaleciendo su negocio.
El nuevo marco llega en un momento de reconversión para el sector. Las estaciones no solo enfrentan cambios regulatorios, sino también transformaciones tecnológicas: autodespacho de combustibles, expansión de tiendas, incorporación de cargadores eléctricos y desarrollo de estaciones modulares más eficientes. En este escenario, la energía deja de ser un insumo secundario y pasa a ser una variable central de rentabilidad, capaz de definir la competitividad de cada punto de venta.
De acuerdo con los antecedentes relevados por Surtidores, esta normalización podría obligar a los operadores a profesionalizar la gestión energética, incorporar sistemas de monitoreo de consumo, renegociar contratos, diversificar fuentes o incluso invertir en generación propia mediante paneles solares o acuerdos de compra (PPA) con generadores renovables. Las estaciones que se anticipen a este cambio no solo mitigarán el impacto de los costos, sino que también podrán ofrecer nuevos servicios energéticos y consolidar su papel en la transición hacia un modelo más sostenible.
Finalmente, tanto Cosentino como Dapelo coinciden en que el nuevo escenario es desafiante, pero abre oportunidades inéditas. “El precio spot será el más caro, por lo que no conviene esperar: las empresas deben definir estrategias de compra a largo plazo”, remarcó Dapelo. Mientras que Cosentino sostuvo que “las estaciones que entiendan que vender energía también forma parte del negocio van a ganar mucho más que las que se queden quietas”.
Fuente: Surtidores

